CATEQUESIS SOBRE
EL SANTO ROSARIO

La Oración

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 

     
Guía didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.

 



 

2 - LA ORACIÓN DEL ROSARIO.



 

NECESITAMOS ORAR.

Ante tantas circunstancias difíciles como estamos viviendo, recordamos la expresión del Siervo de Dios Juan Pablo II: “El Rosario es mi oración predilecta”.
 

El Rosario es “oración sencilla y profunda”.

El Rosario oración sencilla en su estructura material. Esta compuesta por las oraciones vocales más excelentes. El Padre Nuestro que nos lo enseñó Jesucristo. El Ave María que contiene la salutación del Arcángel Gabriel a la Virgen María y de Sta. Isabel a la Virgen Madre. Y finalmente, el Gloria: alabanza secular de la Iglesia a la Santísima Trinidad.

El Rosario es oración profunda en su estructura formal porque es una síntesis bíblica de los principales misterios de la Redención, de la Iglesia y de María.

El Rosario es oración adaptada a cada persona y comunidad de cualquier origen, condición y nivel cultural. Es el Evangelio de bolsillo, abreviado, fácil de memorizar. Es como una suma teológica popular...
 

El Rosario es oración cristológica y mariana.

Rezando el Rosario, recordamos, meditamos o contemplamos la vida de Jesús por medio de María, con Ella y en Ella. Son los misterios gozosos, luminosos, dolorosos, gloriosos que nos permiten ver a Cristo con el corazón y la mirada de su Madre. Es, recordar sentados a los pies de María los misterios del Hijo como nos enseñaba el Siervo de Dios Juan Pablo II. Por el Rosario, María nos lleva a Jesús, y Jesús nos lleva a María.
 

El Rosario es, también, oración de súplica.

Rezando el Rosario, podemos presentar a Dios, por medio de María, las necesidades propias, las del matrimonio y la familia, las de España y las de la humanidad. También podemos presentar peticiones por la salud espiritual y corporal…

Igualmente, pedimos las fuerzas que necesitamos para un compromiso evangélico más coherente, generoso y valiente.
 

Rezando el Rosario practicamos las virtudes.

Se afianza nuestra fe en Jesucristo y en sus misterios. Jesucristo es el Hijo de Dios, Dios como el Padre, que se ha hecho hombre por nosotros y por nuestra salvación. ¡Es muestro Redentor! El Rosario nos ayuda a conocer más y mejor a Jesucristo.

Se robustece nuestra esperanza. Esperamos alcanzar la salvación porque nos apoyamos en la plena glorificación de Cristo, en su ascensión al Cielo y en la Asunción de María como fruto privilegiado de la Redención.. Repetimos en el Rosario: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.

Aumenta nuestro amor a Cristo y al prójimo porque si Él se entregó “hasta el extremo” por amor a nosotros, también nosotros debemos entregarnos. El Rosario nos ayuda a profundizar en el amor que Cristo nos tiene.

 

RECUPEREMOS EL REZO DEL ROSARIO EN FAMILIA.

La oración del Rosario en familia aleja los gérmenes de disgregación y une los corazones. Es vínculo seguro de comunión y de paz. Por eso se afirma que “Familia que reza permanece unida”.

La oración del Rosario construye la paz porque fomenta la paz interior. Ayuda a vivir en estado de gracia santificante y a perseverar en el bien.

 

CONSERVEMOS EL ROSARIO.

Conservemos el Rosario en el corazón: grabando a fuego el recuerdo-meditación-contemplación de los misterios de Cristo, nuestro Redentor, Hijo de María Virgen.

Conservemos el Rosario en los labios: repitiendo litánicamente las mejores oraciones que tenemos: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Conservemos el Rosario en las manos como arma segura para la conversión, la santificación, la paz… como arma privilegiada para defender la pureza del corazón y del cuerpo.

Vivamos predicando, transmitiendo y contagiando el Rosario como la mejor manera de expresar nuestro amor filial a María.

         



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      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.