La Virgen María (18)

María, Inmaculada Concepción

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.


 
 



 

MEDITACIÓN

 

MARÍA, INMACULADA CONCEPCIÓN





CRISTO ES EL REDENTOR


Cristo es el único Redentor porque es el Mediador único y principal entre Dios y los hombres, y la Víctima única, capaz de reparar la dimensión infinita del pecado.


MARÍA ES CORREDENTORA

María es la Corredentora porque su vida está totalmente entregada al servicio del Redentor en esclavitud de amor.

María es la Corredentora porque colabora de forma excepcional y privilegiada en el plan de salvación por ser la Madre de Dios.

María es Corredentora acogiendo al Verbo de Dios hecho hombre al calor de su corazón por obra del Espíritu Santo, mostrándolo al mundo en el nacimiento virginal, cuidando del Niño como una madre cuida de su hijo, intercediendo en las bodas de Caná y marcando el camino hacia Cristo.

María es eminentemente Corredentora junto a la Cruz de su Hijo, en comunión con Él por la salvación del mundo. Es plenamente Corredentora en la resurrección del Hijo, desbordando alegría en la plenitud del Magnificat.

María es Corredentora el día de Pentecostés cuando el Espíritu Santo viene sobre Ella y los Apóstoles. Lo sigue siendo en el Cielo, asunta en cuerpo y alma, intercediendo por todos nosotros.
 


 

Existe además la colaboración sacramental, como una forma de presencia corredentora. En el Bautismo, María es la Madre portadora da la Vida. En la Confirmación, es la Madre que nos hace partícipes de su fortaleza al pie de la Cruz. En la Penitencia, es la Madre que acoge y abraza al hijo arrepentido. En la Eucaristía, es la Madre que nos ofrece el alimento y la bebida, el Cuerpo y la Sangre de Cristo. En el Matrimonio, es la Madre virgen y esposa modelo que ofrece el calor de Cristo al nuevo hogar. En el Sacerdocio, es la Madre especial de los sacerdotes y la Maestra que les enseña cómo configurarse con su Hijo, Sumo y Eterno Sacerdote. En la Unción de los enfermos, es portadora del perdón, del consuelo, de la salud espiritual y corporal y nos sostiene entre sus brazos.


LA CORREDENCIÓN ES EL PRECIO DE LA MATERNIDAD DIVINA

María al concebir a Cristo por obra del Espíritu Santo, queda dentro del orden hipostático, vinculada a su finalidad que es la redención. Como el sistema planetario gira en torno al sol, así la vida de la Virgen gira en torno a Cristo.

Así como la Redención se ha de realizar principalmente por medio del dolor, la Virgen queda vinculada místicamente al dolor del Hijo como causa secundaria y subordinada de la Redención. María sufre lo inconcebible en su corazón con esperanza teologal, segura del triunfo y glorificación del Hijo.

La Virgen acepta su misión corredentora conscientemente al aceptar la Maternidad divina. Ha pronunciado el “Fiat” con un conocimiento completo de causas y de la situación de la naturaleza humana herida por el pecado, objeto de redención. Como el que contempla un cuerpo enfermo y puede facilitar el médico y la medicina.

María cumple su misión entregándose al dolor desde el anuncio de Simeón en el Templo, la huida a Egipto, la calle de la Amargura, la crucifixión y muerte, el descendimiento, la sepultura y la soledad.

El dolor corredentor de María es en función de su amor a Cristo: lo ama más que a sí misma porque es Dios. Es también, en función del conocimiento que tiene del pecado, ofensa de dimensión infinita a Dios, y de la situación de la humanidad.

María es la Madre que no se cansa de buscarnos, que sale a nuestro encuentro para que nos convirtamos, que nos conduce a su Hijo y que nos abraza.

 



    


 

 
 


             Autor: Fr. Carlos Lledó López, O.P.