Amar y Reparar al Sagrado Corazón de Jesús

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.
 

 

 

MEDITACIÓN
 

EL AMAR Y REPARAR AL
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



CORAZÓN DE JESÚS.
AMAR Y REPARAR AL CORAZÓN DE JESÚS


Amar a Dios es el primer Mandamiento.

El Corazón de Jesús nos enseńa que amar a Dios es el más grande y primer Mandamiento (Mt.22, 35; Mc.12,28; Lc.10,25). Amar al Corazón de Jesús, es amar a Dios. Por eso, amamos al Corazón de Jesús sobre todas las cosas.

Nuestro amor es estimativo, o apreciativo, y ordenativo. Amor estimativo quiere decir que lo estimamos, apreciamos o valoramos, como lo primero y lo más importante. Amor ordenativo quiere decir que nuestra vida y nuestros actos los ordenamos desde el Corazón de Jesús y hacia Él, que es la mejor manera de hacerlo todo a la mayor Gloria de Dios.

Amar al Corazón de Jesús con toda la voluntad es vivir y perseverar en estado de gracia santificante, por medio, principalmente de los sacramentos. Es la mejor manera de agradarle.

Amar al Corazón de Jesús con toda la mente es amarlo con una fe viva y coherente, es andar en verdad con el testimonio consiguiente en todos nuestros actos. O sea, amarlo en nuestras obras y con todas las fuerzas.

Necesitamos amar al Corazón de Jesús.


El Corazón de Jesús no necesita ser amado porque personalmente es Dios. Sin embargo, nos pide que le amemos porque somos nosotros los que necesitamos amarlo. Amando al Corazón de Jesús alcanzamos la plena perfección, la santificación, la salvación.

Necesitamos amar al Corazón de Jesús como respuesta al amor que nos tiene: “Amor con amor se paga”. El Corazón de Jesús es el Hijo de Dios que se ha hecho hombre por amor a nosotros, que ha nacido en Belén por amor, que ha vivido pobremente por amor, que se ha conmovido en su corazón ante la desgracia ajena y la ha solucionado por amor, que ha sufrido la pasión y muerte de cruz por amor, que nos muestra su Corazón traspasado, ardiente de amor… que sale al encuentro de cada uno de nosotros por amor.

El Corazón de Jesús es nuestro Redentor por amor, como nos enseńa San Pablo: “Dios probó su amor hacia nosotros en que, siendo pecadores, murió Cristo por nosotros. Con mayor razón, pues, justificados por su sangre, seremos por Él salvos de la ira… Y no sólo reconciliados, sino que nos gloriamos en Dios por nuestro Seńor Jesucristo, por quien recibimos ahora la reconciliación” (Rom. 5, 8-12).


El Corazón de Jesús nos pide amor y reparación.

El Corazón de Jesús pide amor y reparación, especialmente, a las almas que les son más cercanas.

Respondamos caminando por la vía del amor: “caminad en el amor, como Cristo nos amó y se entregó por nosotros en oblación y sacrificio de fragante y suave olor” (Ef. 5, 1-2).

Respondamos igualmente reparando por nuestra frialdad en el amor y por los que viven en pecado: “Os ruego, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como hostia viva, santa, grata a Dios” no viviendo según los criterios de este mundo, sino según la voluntad de Dios (Cf. Rom. 12, 1-3).

Amamos y reparamos al Corazón de Jesús cuando cultivamos la vida de la gracia por los sacramentos, por la práctica de la virtud sobrenatural, por el oxigeno de la oración litúrgica y personal, por la mortificación cristiana en el cumplimiento del deber y en la generosidad, por la filial devoción a la Virgen, también con el Rosario.
 

Conclusión.

Nos confiamos a la intercesión de la Virgen María. Ella conoce, como nadie, los secretos del Corazón de su Hijo y lo ama plenamente. Que Ella nos enseńe a hacer de nuestra vida un camino de amor y reparación al Corazón de su Hijo.

 






 

 
 


             Autor: Fr. Carlos Lledó López, O.P.