NOCHEBUENA
Misa del Gallo

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 



MEDITACIONES

   

NAVIDAD

MISA DE MEDIANOCHE - CICLO C

 

Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor". Con María, contemplamos el tercer misterio gozoso del Rosario.

Adoramos el misterio de la infinita condescendencia de Dios y la manifestación de su bondad. Es la revelación del Amor: porque tanto amó Dios al mundo que le dio su Hijo ( Cf. Jo.3, 16) .

 

PRIMERA LECTURA. Isaías, 9, 2-7.

Nos ha nacido un niño.

Celebramos el cumplimiento de la profecía: Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado: lleva al hombro el principado. . .

El niño que adoramos en Belén es Dios y hombre verdadero. Es la Palabra, Inteligencia del Padre: todo cuanto existe ha sido hecho por Él. Es el Redentor que nos retoma como hijos adoptivos: en Él está la salvación. Es el Consejero que, haciéndose hombre, resolvió nuestra situación de pecadores, en situación de redimidos.

Por eso es luz que brilla en las tinieblas. Es el Príncipe de la Paz que triunfa sobre la guerra, el terrorismo y las injusticias, que nos reconcilia con Dios Padre y con los hermanos.
 


 

Acojamos el misterio.

La fuente de la verdadera alegría no está en el ruido exterior. Está en nuestros corazones. El gozo de la Navidad será auténtico si permitimos al Niño nacer en nuestros corazones por la gracia y el mundo concede a Dios el lugar que le corresponde.
 

Invocación mariana.

Virgen del Rosario: Tú nos muestras a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Enséñanos a abrir las puertas de nuestro corazón de par en para acoger el Misterio y dejarnos empapar de la gracia de Cristo, fuente de la verdadera felicidad.

 

SEGUNDA LECTURA. Tito, 2, 11-14.

Acogemos la gracia de la Navidad.

La Navidad es la presencia de Cristo en el mundo. Es el Enmanuel, Dios con nosotros y para nosotros. El se entregó por nosotros para rescatarnos de toda impiedad y para preparase un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras.
 

Dejarnos redimir.

Seamos humildes .Necesitamos dejarnos rescatar del pecado, dejarnos purificar por la gracia y dedicarnos a vivir en la verdad, en el bien, en la caridad, en la paz, en la justicia, en la solidaridad...
 

Apoyados en la esperanza.

"Aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y salvador nuestro: Jesucristo.
 

Invocación mariana.

Madre del Redentor: Tú, la humilde esclava del Señor, fuiste privilegiada y excepcionalmente redimida. Tú eres nuestra Madre porque eres la Madre del Redentor y nosotros somos los redimidos.

No te canses de mostrarnos a Jesús. Enséñanos a ser humildes para recibir la gracia de la Redención. ¡Eres nuestra Madre!

 

TERCERA LECTURA. San Lucas, 2, 1-14.

Adoramos al Niño Jesús.

Celebramos un hecho histórico y auténtico. María y José suben desde Nazaret a Belén para empadronarse. Estando en Belén, María da a luz virginalmente, por obra del Espíritu Santo. Nace el Niño Jesús.

Adoramos el Misterio. Adorar al Niño Jesús, es adorar la Persona Divina de Nuestro Señor Jesucristo que es Dios como el Padre. Es adorar a Dios nuestro Redentor. Cristo es la revelación suprema del Amor y la Misericordia del Padre. Es nuestra salvación.
 

Los testigos del Misterio.

María. Es la Madre Virgen por obra del Espíritu Santo. Ella nos ofrece el Misterio del Niño Dios para que lo acojamos y aprendamos a guardarlo en el corazón, siguiendo su ejemplo.

S. José protege la maternidad virginal de María y tutela paternalmente al Niño Jesús. Él nos enseña a custodiar y defender la vida de la gracia.
 


 

Los ángeles anuncian la Buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo y alaban a Dios: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Nos unimos a su canto de alabanza y de acción de gracias.

Los pastores representan a los sencillos, a los humildes, a los pobres. Son los primeros en recibir la Buena Noticia y se ponen presurosos en camino para adorar a Jesús. Ellos nos enseñan a ser pobres y sencillos de corazón y salir al encuentro del Niño Jesús en Belén, que es salir al encuentro de Dios.
 

Invocación mariana.

Madre de Dios: gracias por tu entrega total a Cristo tu Hijo siguiendo la voluntad del Padre en el amor del Espíritu Santo. Contigo, adoramos a Jesús y nos entregamos. Guárdanos en la fidelidad a Cristo en la Iglesia hasta la muerte.

        
     


 



 

 
 


             Autor: Fr. Carlos Lledó López, O.P.