CUARESMA - Cuarto Domingo

- CICLO B -

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.


 

     MEDITACIONES PARA EL AÑO LITÚRGICO

Guía didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.

 




 

CUARTO DOMINGO – CICLO B

       

         

Con María, contemplamos en el Rosario la vida de Cristo. Es la historia del amor y le misericordia del Padre que nos han sido dados en Jesucristo. La cuaresma es tiempo propicio para convertirnos del pecado y dejarnos bañar por el amor de Dios.

 

PRIMERA LECTURA. Segundo Libros de las Crónicas 36, 14-16. 19-23.

Historia del amor de Dios.

El Libro de las Crónicas relata, una vez más, la historia del amor misericordioso de Dios. El pueblo se empecina en alejarse de Dios por el pecado. Dios se compadece, busca a su pueblo y le ofrece la reconciliación.
 

El pecado del pueblo.

Los jefes y el pueblo multiplican sus infidelidades según las costumbres abominables de los gentiles, manchando la Casa del Señor.

Dios les envía avisos por medio de los profetas porque tenía compasión de su pueblo y de su Morada, pero ellos se burlan, los desprecian y se mofan de ellos. Insisten en su pecado incendiando la Casa de Dios, derribando las murallas, destruyendo sus objetos preciosos... Los que escapan de la espada son llevados como cautivos, hechos esclavos de Babilonia hasta la llegada de los persas.
 

La restauración del pueblo.

Ciro, Rey de Persia, será el instrumento de Dios para liberar al pueblo escogido. Ciro, en cumplimiento de la Palabra del Señor, restaura la Casa de Dios y llama a la conversión: Quien de vosotros pertenezca a su pueblo ¡sea Dios con él y suba! Esto es, quien se arrepiente de su pecado, recupera la pertenencia al pueblo escogido, Dios está con él y puede subir al templo.
 

Invocación mariana.

María: Tú eres modelo de fidelidad exquisita a Dios porque eres la concebida sin mancha de pecado original y la llena de gracia. Nosotros somos pecadores, heridos por el pecado original y marcado por sus secuelas. Por eso, pecamos y nos alejamos de Dios.

Madre: vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y muéstranos a Jesús para que nos envuelva en su amor misericordioso, nos perdones y nos salve.


SEGUNDA LECTURA. Efesios, 2, 4-10.

Dios nos ama.

Dios es rico en misericordia. Nos ama con amor infinito. Por eso, nos da la vida en Cristo, estando nosotros muertos por los pecados, nos resucita con Él y nos lleva al cielo.

Así se muestra en todos los tiempos la inmensa riqueza de su gracias, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. ¡Dios nos ama!
 

Dios nos salva.

Dios nos salva al precio de su sangre, nos perdona el pecado, nos hace partícipes de la vida sobrenatural por el don de la gracia, nos da el don de la fe para adherirnos a Él y nos conduce al cielo. Nada se debe a nuestras obras. Todo es amor y misericordia de Dios.
 

Somos obra de Dios.

Somos obra de Dios, de su amor, de su misericordia, de su compasión... Dios, por amor, nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él determinó practicásemos.
 

Invocación mariana.

Madre de Dios y Madre nuestra: eres medianera del amor y la misericordia de Dios porque eres la Madre de Cristo.

Alcánzanos el amor y la misericordia de Dios para dejar todo pecado, para perseverar en gracia, para ser fieles al don de la fe y para salvarnos.


TERCERA LECTURA. San Juan 3, 14-21.

Jesucristo.

Jesucristo es nuestro Salvador. Somos invitados a mirar a Cristo clavado en la cruz y creer en Él para alcanzar el perdón de los pecados y alcanzar la vida eterna: Tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea en él tenga la vida eterna .

Jesucristo es la donación del amor del Padre que entrega a su Hijo único para que tengamos vida eterna: Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
 

Abrir las puertas a Jesucristo.

Hemos de abrir libremente las puertas a Jesucristo, sin miedo. El riesgo de condenación existe cuando consciente y libremente se prefieren las tinieblas a la luz, esto es el pecado a la gracia. El que vive en la luz, esto es, en la gracia, en el bien, no tiene nada que temer, está en camino de salvación: el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obrar están hechas según Dios.
 

Invocación mariana.

María, Madre del Amor y la Misericordia porque eres la Madre de Cristo: Tú eres puerta plenamente abierta a la donación de amor que el Padre nos hace en Jesucristo.

Enséñanos a vivir abiertos, sin condiciones, a tu Hijo, esto es, a la gracia, a la luz, que marca y ilumina el camino de la salvación.

 

        





 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.