Domingo 11º del Tiempo Ordinario

- CICLO C -

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 

     MEDITACIONES PARA EL AÑO LITÚRGICO

Guía didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.

 



 

DÉCIMO PRIMER DOMINGO – CICLO C
                 
 

Con María recorremos los misterios de la vida de Cristo en el Rosario. Es el camino de la misericordia de Dios que envía a su propio Hijo para perdonar nuestro pecado y retomarnos como hijos adoptivos.

 

PRIMERA LECTURA. Libro segundo de Samuel.12, 7-10. 13.

El pecado de David.

David comete un grave pecado: mata Urías para quedarse con su mujer. Natán dice a David de parte del Señor: te he ungido rey de Israel, te he librado de tus enemigos, te he entregado la casa del Señor, la casa de Israel y la de Judá, te he bendecido ampliamente…
 

El anuncio del castigo.

Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías. Dios anuncia el castigo de la guerra y la muerte para la casa de David.
 


 

La misericordia de Dios.

David reconoce humildemente su pecado, respondiendo a Natán: He pecado contra el Señor.

La liturgia aplica las palabras del Salmo 31 a David: Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: Confesaré al Señor mi culpa. Perdona, Señor mi culpa y mi pecado.

La tradición atribuye el salmo 50 a David: Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado…

Y Natán dijo a David: el Señor perdona tu pecado. No morirás. Dios se ha conmovido de David, lo hace objeto de su misericordia y lo perdona.

Dios es amor misericordioso. Si le pedimos perdón, Él nos abraza como un padre a sus hijos.
 

Invocación mariana.

Santa María, Madre de la misericordia porque ofreces a tu Hijo por nosotros. Somos pecadores. Alcánzanos la gracia de la conversión y del perdón para alcanzar misericordia.

 

SEGUNDA LECTURA.. Gálatas 2, 16. 19-21.

Cristo, la misericordia del Padre.

Cristo es la revelación del amor misericordioso del Padre que ha enviado a su Hijo para darnos la verdadera vida, salvarnos y librarnos de la condenación (Cf. Jo. 3,16)

Cristo perdona nuestro pecado, nos santifica con la gracia, y nos abre las puertas del cielo.
 


 

Cristo nos da el don de la fe por la que nos adherimos a la Verdad, el don de la esperanza por la que caminamos confiados apoyados en su palabra, el don del amor que será nuestra ley suprema.

Cristo nos introduce en su misma vida. Nos permite vivir en comunión con Él. Es la experiencia que transmite San Pablo: Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. O sea, nosotros vivimos en Cristo y Cristo en nosotros.

Podemos decir que Cristo es la misericordia consumada porque me amó hasta entregarse por mí. Si Él me amó de esta manera, yo debo hacerlo todo por amor a Él.
 

Invocación mariana.

Santa María: eres objeto privilegiado del amor y la misericordia de Dios, te entregaste con tu Hijo en la Cruz como Corredentora; nos ofreces el perdón y la gracia de tu Hijo como Medianera universal, intercedes por nosotros como asunta al Cielo. Enséñanos a dejarnos bañar por el amor misericordioso de Cristo y a proclamarlo ante el mundo.

 

TERCERA LECTURA. San Lucas 7, 36. 8, 3.

Jesús misericordioso sale a nuestro encuentro.

Jesús salió al encuentro del fariseo y aceptó entrar en su casa y comer con él. Jesús a sale al encuentro de la mujer pecadora y acepta que entre en la casa, que se arroje a sus pies, que los lave con sus lágrimas…

Jesús sale a nuestro encuentro para hacernos objeto de su misericordia. Abramos las puertas de nuestro corazón como el fariseo abrió las puertas de su casa. La pedimos que nos perdones con el amor y la humildad de la mujer pecadora. No tengamos miedo. Abramos las puertas a Cristo.
 

Salgamos al encuentro de la misericordia de Cristo

Salgamos al encuentro de la misericordia de Cristo. Pongamos la realidad de nuestro pecado a sus pies con dolor de corazón. Hagamos una buena confesión.

Amemos mucho a Cristo porque al que mucho ama, mucho se le perdona.

Cristo nos perdona

Cristo, amor misericordioso, perdona a la mujer diciéndole: Tus pecado están perdonados… Tu fe te ha salvado, vete en paz.
 


 

Cristo perdona nuestros pecado cuando nos postramos a sus pies en el sacramento de la Penitencia y nos dice: Tus pecados están perdonados, vete en paz. La misericordia de Cristo ha triunfado sobre nosotros.
 

Invocación mariana.

Virgen del Rosario: queremos escuchar tu voz de Madre que nos invita al sacramento de la Reconciliación para recibir el perdón de nuestros pecados, ser fortalecidos en la voluntad, recuperar la vida sobrenatural y reemprender el camino de la salvación.

        


 


 

 
 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.