EL ADVIENTO CON MARÍA
Domingo de Adviento

CICLO B

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 


MEDITACIONES

 

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

CICLO B

 
 

El camino del Adviento.

Salimos al encuentro de Cristo, meditando los misterios gozosos del Rosario. María nos muestra a Jesucristo, camino del Padre para llegar a nosotros. El Padre sale a nuestro encuentro por medio del Hijo, nacido de la Virgen por obra del Espíritu Santo.

 

PRIMERA LECTURA. Isaías 40, 1-5. 9-11.

Un mensaje de esperanza

Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios: hablad al corazón de Jerusalén...

Contiene un mensaje de esperanza que sirva de consuelo al pueblo oprimido por el destierro. Dios habla al corazón de su pueblo. Es el lenguaje del Padre que ama a sus hijos que sufren y les anuncia la liberación.

Mensaje que causa alegría porque confirma la esperanza del pueblo que espera al Salvador. Alegría extensiva a nosotros que caminamos hacia la patria definitiva y nos apoyamos en Dios Padre que no puede fallar.
 

Marca un nuevo camino.

Es el camino de la reconciliación y de la salvación definitiva. El camino del Salvador. Mirad: Dios, el Señor, llega con fuerza ... Será el Buen Pastor que apacienta el rebaño, que lo congregará en la unidad, que llevará en brazos a los corderos, que cuidará de las madres...

¡Preparad el camino al Señor! ¡Recibidlo! : Una voz grita: en el desierto preparadle un camino al Señor.

Es necesario quitar los obstáculos: allanad los caminos, levantar los valles, abajar los montes, enderezar lo torcido, igualar lo escabroso.
 

El camino del Adviento.

Es un tiempo propicio para la reconciliación con Dios por medio del Sacramento de la Reconciliación. Para la reconciliación con los hermanos, perdonando sin límites, compartiendo con el pobre, consolando a los que sufren...
 

Invocación mariana.

Santa María del Adviento: Tú eres modelo de apertura y acogida al misterio de la venida de Cristo.

Enséñanos a recorrer el camino para salir al encuentro de Cristo que viene, a acogerlo en nuestros corazones por la conversión y la gracia, a ser testigos gozosos de su venida.

SEGUNDA LECTURA. Primera Carta de San Pedro 3, 8-14.

Vivir preparados.

La carta de San Pedro está centrada en la segunda venida de Cristo. Es una llamada a vivir preparados porque no sabemos ni el día, ni la hora: El día del Señor llegará como un ladrón, de forma inesperada. Es una llamada a la conversión: procurad que Dios os encuentre en paz con El, inmaculados e irreprochables. Dios tiene mucha paciencia, no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan. Lo importante no es la hora cronol6gica de la venida del Señor, sino vivir en sintonía con la hora de Dios.
 

Vivir en esperanza teologal.

Es una llamada a la esperanza. No se trata de vivir amedrentados por las señales espectaculares que se anuncian. Se trata de vivir confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia.

Es una llamada a mirar al más allá: al Cielo. Dios es el Padre que nos ama y quiere lo mejor para nosotros: nuestra salvación.
 

Vivir en alegría cristiana.

Tenemos motivos para recorrer el camino del Adviento con alegría. Cristo no quiere abocarnos al miedo, sino a la esperanza que, apoyados en la Palabra, nos permite caminar confiados y alegres.
 

Vivir en amor.

Es una llamada al amor. Abrirnos al amor que Dios Padre nos ofrece en Jesucristo por obra del Espíritu Santo. Entregarnos al amor, amando a Dios sobre todas las cosas, guardando sus mandamientos. Ser testigos del amor amando al hermano de forma comprometida, auténtica, creativa...
 

Invocación mariana.

Madre del Rosario: contigo creemos que Cristo es nuestro Dios y Salvador, esperamos confiados su venida gloriosa, nos entregamos a su amor como un niño en brazos de su padre.

 

TERCERA LECTURA. San Marcos, 1, 1-8.

Dios envía su mensajero.

El mensajero anuncia la venida del Señor y exhorta a preparar el camino. Es el cumplimiento de la palabra de Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino.
 

Presentación del mensajero.

Se llama Juan. Es una voz que grita en el desierto: Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos. Predica la conversión. Denuncia el mal con valentía al precio de su vida.

Bautiza en el Jordán. Se trata de un rito penitencial -no es el sacramento- que comporta un compromiso: dejar el pecado como la mejor manera de preparar el camino al Señor y recibir de Él el perdón definitivo.

La gente de Judea y Jerusalén sale al encuentro de Juan, lo escuchan y se conmueven. Se arrepienten de sus pecados y se someten a su bautismo.
 

El testimonio de Juan.

Juan predica con el testimonio de su vida y su palabra. Vive austeramente: iba vestido de piel de camello... Proclama la grandeza del Señor que está para llegar y se reconoce su servidor: Detrás de mí viene el que el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Anuncia la misión del Señor: El os bautizará con Espíritu Santo, esto es, perdonará el pecado y nos hará partícipes de la naturaleza divina e hijos adoptivos de Dios para siempre.
 

Invocación mariana.

María, Señora del Rosario, enséñanos cómo prepararnos para recordar agradecidos el Nacimiento histórico de Jesús en Belén por obra del Espíritu Santo.

Con María, nos renovamos en la gracia del Bautismo como la mejor preparación para la Navidad. Y, siempre, caminando alegres, apoyados por la esperanza, esperando la segunda venida del Señor con el estilo del Magnificat.



 


          




 

 
 


             Autor: Fr. Carlos Lledó López, O.P.