5º Misterio Luminoso

LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA

 


Rezo
del Misterio



Padre Nuestro


Avemaría

Avemaría

Avemaría

Avemaría

Avemaría

Avemaría

Avemaría

Avemaría

Avemaría

Avemaría
 

Gloria


"María,
Madre de Gracia,
Madre de Misericordia, defiéndenos del enemigo y
ampáranos ahora y
en la hora de la muerte"

 


LETANÍAS A LA VIRGEN
 





La Institución de la Eucaristía

  

Lectura bíblica.

         Jesús, en la noche que iba a ser entregado, tomó un pan y pronunciando la Acción de gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Lo mismo hizo con la copa, diciendo: Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre. (Cf. 1Co. 11, 23-26).

 


Meditación.
(Cf. Encíclica Eucaristía, nn. 53-58)

         Con María, adoramos y contemplamos la Presencia real de Cristo en la Eucaristía. María es modelo de relación con este misterio porque toda su vida está unida centralmente al sacrificio de Cristo.

         El misterio eucarístico exige abandono ciego a la Palabra de Dios. María es apoyo y guía de abandono ciego y total desde la Encarnación hasta la Cruz. Cristo nos dice: Haced esto en conmemoración mía.  María nos dice: haced lo que Él os diga. Si Cristo convirtió el agua en vino, puede convertir el pan y el vino en su carne y sangre. Fiaros de su palabra. María sigue diciendo a los sacerdotes: Haced lo que Él os diga. Y Él nos dice: Hace esto en memoria mía.

        María ha practicado en cierto sentido la fe eucarística durante su  vida. Ya la Presentación es preanuncio del “Stabat Mater”. María vive como una Eucaristía anticipada, como una comunión espiritual de deseo y ofrecimiento que culmina con la unión-comunión en la Cruz, se manifiesta en la Pascua y en la participación eucarística presidida por  los apóstoles “memorial de la pasión”. Cuáles serían los sentimientos de María al participar y comulgar en  la Misa de los Apóstoles: Esto es mi Cuerpo... Ésta es mi Sangre... lo he llevado en mi seno, cómo acogerlo de nuevo sacramentalmente...

         Por otro lado, al estar presente  la obra redentora  de Cristo en la Eucaristía, está presente la obra de Cristo con su Madre a favor nuestro (Jo.19, 26-27). Por eso, vivir la Eucaristía implica recibir el don de la Madre, asumir el compromiso de imitar a Cristo aprendiendo de su Madre, dejarnos acompañar por  Ella. Se explica el continuo recuerdo de María en la Eucaristía: en las plegarias eucarísticas, en los tiempos litúrgicos...

         Nos unimos a Cristo presente en la Eucaristía en el espíritu de María que es el  Magnificat. La Eucaristía es alabanza, acción de gracias, engrandece al Señor, nos llena de gozo, rememora el cumplimiento de las promesas, es germen para derribar a los poderosos y exaltar a los humildes, anuncia el cielo nuevo...
       
       
El Magnificat expresa la espiritualidad de María y ayuda a vivir el misterio eucarístico. La Eucaristía se nos da para que nuestra vida, como la de María, sea un Magnificat.

 


Las Oraciones del Rosario

 * PADRE NUESTRO:

Rogamos a Dios.

Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
 

* AVE MARÍA:

Repetimos la Salutación del Ángel y Santa Isabel a la Virgen María.

 

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo;
bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
 

* GLORIA:

Alabamos a la Santísima Trinidad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 


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