LA NAVIDAD
Misa del día

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 



MEDITACIONES

 

NAVIDAD

MISA DEL DIA - CICLO B





¡ Feliz
Navidad !
 

Nos felicitamos porque Cristo ha nacido de María Virgen por obra del Espíritu Santo. Celebramos el tercer misterio gozoso del Rosario. El nacimiento de Cristo marca el encuentro del amor misericordioso de Dios con cada uno de nosotros. Abramos nuestros corazones, para dejarnos invadir por la gracia de Cristo.

 

PRIMERA LECTURA. Isaías, 52, 7-10.

Un canto de acción de gracias.

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, la buena nueva, la victoria, que dice a Sión: Tu Dios es Rey.
 

Se han cumplido las profecías.

Se han cumplido las promesas de salvación y de paz. Dios ha mostrado su esplendor y nos ha dado un nombre para siempre. Dios nos congrega a la voz del Espíritu. Nos guía a la luz de su gloria con amor y misericordia.

El Señor tu Dios está en medio de ti, es un guerrero que salva. El se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta. .

Gozosos, contemplamos al Salvador. Su origen es eterno. Se ha hecho hombre, nacido de la Virgen-Madre por obra del Espíritu Santo. Nos gobierna con la fuerza del Señor. Él es nuestra paz.

No estamos abandonados. Dios nos ama con amor preferencial. Nos inunda de alegría y nos gozamos en su presencia: Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado: lleva al hombro el principado y es su nombre: maravilla de Consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la paz.

Damos gracias a Dios y estamos alegres porque ha llegado nuestro Salvador. Somos su Pueblo santo, redimidos del Señor .Qué hermosos son sobre los montes los pies de los mensajeros que nos anunciaron la paz.

Venid adoremos a nuestro Redentor, a Dios con nosotros, por nosotros y para nosotros.
 

 

Invocación mariana.

Santa María de la Navidad: Tú eres mensajera de la Redención y de la paz porque eres la portadora de Cristo y nos lo ofreces en Belén.

Enséñanos cómo acoger a Cristo fruto bendito de tu vientre, cómo hacerlo nuestro por la gracia y cómo ser expresión luminosa del misterio de Cristo en medio del mundo según el don de la vocación y misión que hemos recibido.
 

SEGUNDA LECTURA. Hebreos 1, 1-6.

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo.
 

Cristo, Palabra del Padre.

Cristo es la Palabra hecha carne. Es Dios como el Padre. Necesitamos oír la Palabra de Dios, esto es conocer y amar a Cristo en la lectura meditada de las Sagradas Escrituras y hacerla vida en nosotros por medio de los sacramentos.

Hemos de retomar la importancia del Bautismo y de la Confirmación, perseverar en la gracia por la Reconciliación frecuente y alimentarla en la Eucaristía, Sacrificio, Comunión, Tabernáculo.
 

Invocación mariana.

Madre de Dios: Tú eres palabra de la Palabra que se ha pronunciado virginalmente al calor de tu corazón y que se manifiesta en Belén.

Enséñanos cómo oír a Cristo, cómo guardarlo en nuestro corazón y cómo proclamarlo ante las gentes.

 

TERCERA LECTURA. San Juan 1, 1-18.

El prólogo del Evangelio de S. Juan nos ayuda a profundizar en el misterio de la Palabra, del Verbo de Dios que se hace hombre por nosotros.
 

Adoramos al Verbo de Dios.

El Verbo de Dios es la Palabra eterna que está junto a Dios, que es Dios como el Padre. Está en el origen de todas las cosas en el orden de la creación y de la redención. Es la vida verdadera, luz que brilla en medio de las tinieblas del pecado. Viene al mundo pero muchos no quieren reconocerlo. Viene a nuestras casas, pero muchas puertas no se abren.

Pero a los que deseamos recibirlo, nos da poder para ser hijos de Dios porque hemos creído en su nombre. ¡Somos los nacidos de Dios!
 

Adoramos al Verbo de Dios hecho carne.

El Verbo de Dios hecho carne es Jesucristo. Vive entre nosotros y para nosotros. Estamos contemplando su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Vive en nosotros porque participamos de la plenitud de su gracia. Todo lo hemos recibido por medio de Jesucristo.

A Dios nadie le ha visto jamás: e1 Hijo único que está en el seno del Padre, es quien le ha dado a conocer.
 

Invocación mariana.

Madre de Dios: Tú sostienes a Jesús entre tus brazos, nos lo ofreces y lo guardas todo en su corazón.

Te pedimos que sostengas continuamente entre tus brazos a la Iglesia y a cada uno de nosotros. Guárdanos. Protégenos. Defiéndenos. Somos totalmente tuyos como la mejor manera de ser totalmente de Cristo y de su Iglesia.

        
     


 
 



 

 
 


             Autor: Fr. Carlos Lledó López, O.P.