PASCUA - CICLO C

Sexto Domingo


 

 

 

DOMINGO DE PASCUA
Ciclo C

 

La contemplación de los misterios de Cristo en el Rosario es fuente de unidad. Nos unimos al calor del corazón de la Madre y, por medio de Ella, formamos una comunidad orante en Cristo. La Virgen María nos une en Cristo.

 

PRIMERA LECTURA. Hechos de los Apóstoles, 15, 1-2. 22-29.

Formamos un pueblo reunido en la verdad y el amor.

Los Hechos de los Apóstoles narran las dificultades que plantea la predicación de Pablo y Bernabé a los gentiles: distintas culturas, costumbres, situaciones... ¿cómo evangelizar? ¿cómo hacer presente las exigencias del Evangelio?

Los apóstoles, los presbíteros y los hermanos reunidos en Jerusalén, bajo la acción del Espíritu Santo, deciden en el mismo Espíritu, indicar los caminos de solución distinguiendo entre lo esencial y accidental, asumiendo lo que se pueda asumir sin renunciar a lo esencial.
 

Las dificultades de la Evangelización.

Es la gran pregunta que hoy nos hacemos: ¿cómo evangelizar a la sociedad actual? ¿cómo dialogar con la cultura de nuestro tiempo?
 


 

Necesitamos reunirnos en el Espíritu Santo para invocar sus dones. Es la luz desbordante de la contemplación para predicar desde la Verdad y el Amor. Necesitamos de la oración como trato íntimo con el Padre de la Sabiduría, "el fervor de los santos" para ser apóstoles de la Nueva Evangelización.

La Iglesia tiene necesidad de santos: "En circunstancias dificilísimas a lo largo de toda la historia de la Iglesia, los santos y santas fueron siempre fuente y origen de renovación. Hoy necesitamos fuertemente pedir a Dios con asiduidad santos" (Sínodo 85) Ellos tienen la clave para la recta evangelización que necesita nuestro tiempo.


Invocación mariana.

Santa María del Cenáculo: enséñanos a perseverar contigo en oración, invocando al Espíritu Santo, para saber ser apóstoles de nuestro tiempo en la familia y en la sociedad.

SEGUNDA LECTURA. Apocalipsis 21, 10-14. 22-23.

Formamos un pueblo orientado hacia el Cielo.

Los bautizados formamos un pueblo de creyentes orientado hacia el Cielo, nuestra Patria definitiva. Allí habita Dios Padre y el Cordero, clave de nuestra salvación. Si alcanzamos el Cielo, hemos acertado para siempre.
 

Dios viene en nuestra ayuda.

Dios sale a nuestro encuentro en Jesucristo por obra del Espíritu Santo. Jesucristo predica el Evangelio, nos redime con su pasión y muerte, nos congrega en la Iglesia, nos ofrece los sacramentos, nos marca el camino de la salvación.
 

Invocación mariana.

Santa María del camino, siempre orientada al Cielo: enséñanos a caminar por la vida con la mirada puesta en el Cielo. Que nada ni nadie nos aparte del camino de la salvación.

TERCERA LECTURA. San Juan 14, 23-29.

Con la fuerza del Espíritu Santo, que es Amor

Necesitamos la fuerza del Espíritu Santo para acoger la Palabra de Dios y vivirla con fidelidad; para vivir en comunión con Cristo y ser testigos creíbles de su Evangelio; para atraer a todos a nuestra comunión.
 


 

Vivir abiertos al Espíritu Santo.

Vivamos abiertos a la presencia y a la acción del Espíritu Santo. Él nos lo enseñará todo, nos recordará las enseñanzas del Evangelio bajo la guía del Magisterio de la Iglesia.

Entonces no temblará nuestro corazón, no tendremos dudas, no seremos cobardes. Necesitamos llenarnos del Espíritu Santo.
 

Invocación mariana.

Virgen del Rosario: intercede por nosotros para que seamos fieles a las exigencias de nuestro Bautismo y seamos testigos creíbles del Evangelio ante el mundo.



 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.