Domingo 33º del Tiempo Ordinario

- CICLO C -

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

    

MEDITACIONES PARA EL AÑO LITÚRGICO

Guía didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.
 


 

 DOMINGO TRIGÉSIMO TERCERO – CICLO C
      

La meditación del Rosario nos ayuda a profundizar en el amor que Dios nos tiene. Amor del Padre que nos ha sido revelado en Cristo por obra del Espíritu Santo. Ello nos estimula a trabajar por nuestra salvación eterna.

 

PRIMERA LECTURA. Malaquías 4, 1-2ª.

Los Novísimos.

El Profeta Malaquías anuncia el castigo para los malos y el premio para los buenos.

Para los malos, llegará el día que será ardiente como un horno. Los malvados y perversos serán quemados como la paja. Es el anuncio profético del infierno.

Pero a los que honran mi nombre –los buenos- los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas. Es el anuncio profético del cielo.
 

Honremos al Señor.

Deseamos ser del número de los que honran el Nombre del Señor para alcanzar la salvación eterna.

Honramos al Señor cuando perseveramos en el don de la gracia santificante recibida en el Bautismo y cumplimos los Mandamientos de la Ley de Dios. La vida de la gracia -vida de Dios en el alma- se recupera y se fortalece por la recepción frecuente del sacramento de la Penitencia. Se alimenta de la Eucaristía, Sacrificio, Comunión, Tabernáculo. Se potencia y desarrolla por la práctica de las virtudes cristianas. Se oxigena por el rezo y la oración. Crece al calor maternal de la Virgen María.
 


 

Invocación mariana.

Santa María, excepcionalmente redimida y llena de gracia. Tu vida es gloria y honor para Dios Nuestro Señor. Enséñanos a ser gloria y honor para Dios, en comunión contigo, y llegar al cielo, de tu mano.

 

SEGUNDA LECTURA. Tesalonicenses 3, 7-12.

La recomendación de San Pablo.

El Apóstol San Pablo nos recomienda trabajar en este mundo bajo la perspectiva de la salvación eterna. O sea, tenemos que vivir en tensión escatológica.

Estamos bautizados. Somos fieles cristianos llamados a vivir en medio del mundo, camino del cielo. Tenemos que trabajar y usar de los bienes de este mundo en tanto cuanto sean instrumentos de salvación, no de condenación.

Ello supone, vivir en comunión con Cristo, Camino, Verdad y Vida. La gracia de Cristo ilumina los caminos de nuestro vivir cotidiano y a ordenar rectamente los bienes de este mundo.
 

Invocación mariana.

Santa María, modelo de trabajo sencillo y pobre, ordenado a la gloria de Dios. Ayúdanos a vivir en este mundo glorificando a Dios con la mirada puesta en el cielo.

 

TERCERA LECTURA. San Lucas 21, 5-19.

Las dificultades del camino.

El camino a recorrer es arduo y difícil. El Evangelio nos habla de amenazas de destrucción, de persecuciones, de ideologías falsas, de guerras y calamidades.

Estos peligros acechan la fe y las costumbres cristianas. Pero, no tengamos miedo. Abramos las puertas a Cristo. Puertas abiertas por la vida de la gracia y los sacramentos, por la reciedumbre de las virtudes cristianas, por el oxígeno de la oración, por la invocación continua a la Virgen María, también con el rezo del Rosario.
 


 

La ayuda de María.

Un pueblo que ama a la Virgen María, no puede tener miedo. Ella nos protege siempre y nos libra de males espirituales y materiales. No tengamos miedo. María es nuestra Madre, cuida de sus hijos y nos libra de todo mal.

La Virgen María es el prototipo de nuestra peregrinación terrena por su entrega en fe desde la Encarnación hasta la Cruz, recorriendo un camino arduo y difícil. Es modelo de esperanza, apoyada ciegamente en la palabra de Dios que no puede fallar. Es modelo de caridad, de amor, que se da totalmente al servicio de Cristo, como esclava a su señor, para colaborar en la obra de la redención y acompañar a la Iglesia peregrina.
 

Invocación mariana.

María, Madre de Dios y Madre nuestra: conserva y acrecienta la vida cristiana de tus hijos. Condúcenos por los caminos de la fidelidad, de la esperanza y de la caridad hasta alcanzar la salvación.       

 



 

 
 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.