Domingo 2º del Tiempo Ordinario

- CICLO B -

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 

     MEDITACIONES PARA EL AÑO LITÚRGICO

Guía didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.

 




 

SEGUNDO DOMINGO – CICLO B

 

 
Con María, nos adentramos en la vida de Cristo, esto es, en los misterios luminosos del Rosario. Iluminados por la vida de Cristo, podemos descubrir las claves de nuestra vocación cristiana, sus exigencias, y cual ha de ser nuestra respuesta.

 

PRIMERA LECTURA. Primer Libro de Samuel 3,3b-10.19

La vocación.

Todos los bautizados somos llamados por Dios a ser santos, esto es, a vivir en gracia santificante, y a cumplir una misión como fieles bautizados en la Iglesia y en el mundo.

La vocación tiene sus exigencias: marca un comportamiento de vida. La respuesta a la vocación tiene un camino continuado de búsqueda, de encuentro y de intimidad con el Señor.
 

Modelo de vocación.

El joven Samuel es modelo de vocación por su disponibilidad y fidelidad a Dios que lo llama para que sea su portavoz y mensajero. El anciano Elí le indica la manera de responder: Habla, Señor, que tu siervo te escucha. Y Dios le confía la misión: denunciar el pecado y su castigo.
 

Nuestra vocación.

Dios nos ha llamado primero a la vida natural que recibimos como un don. Nuestra respuesta ha de ser: usar de la vida según las normas del Creador desde el momento de la concepción hasta su fin natural. La vida no la damos noso­tros. Es Dios el que la da y el que la administra.

Dios nos sigue llamando a la vida sobrenatural en el sacramento del Bautismo. Recibimos el don de la gracia santificante que nos introduce en la comunión trinitaria, nos hace hijos adoptivos de Dios y herederos de la gloria. Es la vocación universal a la santidad que ha de realizarse en cualquier estado o profesión.
 

Invocación mariana.

María: eres Madre de la fidelidad a la vocación y misión que el Padre te ha confiado. Tú respuesta es un SÍ sostenido durante toda la vida. Te entregas sin condiciones. Enséñanos a responder Sí a la llamada de Dios y a entregarnos sin condiciones.

 


 

SEGUNDA LECTURA. Primera Corintios 6, 13c-15ª. 17-20.

Exigencias de la vocación cristiana.

La primera exigencia de la vocación cristiana es vivir en gracia de Dios. Ello supone: dejar el pecado y sus circunstancias.

La vida sobrenatural de la gracia se refleja y, en cierto modo, se hace visible en el cuerpo. El cuerpo ha de ser instrumento para el bien, no para el pecado: El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor para el cuerpo.
 

El cuerpo, instrumento de santificación.

El cuerpo es del Señor. No nos pertenece. Por eso, ha de estar sometido a las exigencias de la gracia.

El cuerpo esta ha llamado a participar de la resurrección del Señor: creemos en la resurrección de la carne. Por eso, hemos de esforzarnos en perseverar en el bien.

Nuestro cuerpo es miembro de Cristo porque, unidos a Él, somos un espíritu con él. Por eso, el cuerpo ha de ser tratado con dignidad y respeto.

Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que habita en nosotros. Por eso hemos de tratarlo como algo sagrado huyendo de la fornicación y de cualquier pecado.

Nuestro cuerpo ha sido comprado a precio de la sangre de Cristo. Por eso, hemos de usarlo como medio de expresar visiblemente nuestra gratitud y alabanza al Señor.
 

Invocación mariana.

Madre de Dios: porque eres excepcionalmente redimida y llena de gracia, eres Inmaculada y Virgen en tu cuerpo y Asunta al Cielo en alma y cuerpo. Enséñanos a respetar, usar y tratar nuestro cuerpo según el plan creador y redentor de Dios

 

TERCERA LECTURA. San Juan 1, 35-42.

La respuesta a la vocación.

Conocer la propia vocación supone unos medios de orientación, de búsqueda, de encuentro y de realización.

El Señor se sirve de Juan el Bautista para orientar a sus discípulos hacia Cristo. Cuando Jesús pasaba junto a ellos, Juan les dice: "Este es el cordero de Dios". Y los discípulos de Juan siguieron a Jesús aceptando su invitación para conocerlo en la intimidad: Entonces fueron, vieron donde vivía y se quedaron con él aquel día..

El Señor se sirve de Andrés para orientar a su hermano Simón hacia Jesús. Y Jesús lo llama directamente: Tú eres Simón el hijo de Juan, tú te llamaras Cefas (que significa Pedro).

Nosotros nos orientamos hacia un estado de vida (matrimonio, sacerdocio, vida religiosa...). La Providencia de Dios se sirve de personas o circunstancias para llamarnos. Nosotros hemos de responder consciente y libremente. En todo caso, se trata de seguir al Señor, de comportarnos como discípulos suyos.

Los padres de familia hacia sus hijos, los maestros hacia los educandos, los sacerdotes y educadores de la fe hacia los bautizados... somos instrumentos de Dios para orientar a los jóvenes, para abrir horizontes, para ayudarles a tomar una decisión personal, consciente y libre como respuesta a la vocación, al plan de Dios sobre ellos.
 

Invocación mariana.

María: Tú eres modelo de respuesta consciente y libre a tu vocación de ser Madre de Dios. Enséñanos a descubrir nuestra vocación específica como bautizados, a decir sí a Cristo sin miedo, a ser santos allí donde Dios quiere y como El quiere.


 


 

 
 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.