Domingo 21º del Tiempo Ordinario

- CICLO B -

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 

     MEDITACIONES PARA EL AÑO LITÚRGICO

Guía didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.

 



 

VIGÉSIMO PRIMER DOMINGO – CICLO B
                 
  

Meditar los misterios del Rosario, es contemplar la historia del amor de Dios que se revela en Jesucristo. Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito Hijo (Cf. Jo. 3, 16). Porque tanto nos ama Dios a cada uno de nosotros que nos da a su propio Hijo y Éste se entrega en la cruz como Víctima de amor consumado.

 

PRIMERA LECTURA. Libro de Josué, 24, 1-2a. 15-17. 18b.

Dios ama a su pueblo.

Dios trata con amor a su pueblo: lo ha liberado de la esclavitud de Egipto, lo ha conducido cuarenta años por el desierto hacia la libertad, lo ha protegido en la adversidad, lo ha alimentado milagrosamente con el maná... y cuando el pueblo ha pecado Dios siempre lo ha perdonado.
 

El propósito del pueblo.

Josué insta al pueblo a servir a Dios y obedecer sus mandatos. El pueblo hace el propósito de servir al Dios verdadero que los protege: Nosotros serviremos al Señor, porque él es el verdadero Dios que ha hecho maravillas con nosotros y con nuestros antepasados.
 

Nuestro propósito.

Nosotros damos gracias a Dios por las maravillas de su amor con nosotros y hacemos el propósito de guardar sus mandamientos como respuesta de amor.
 

Invocación mariana.

Santa María, Tú eres Madre de la fidelidad en el amor desde la Encarnación hasta la Cruz y la Resurrección. Enséñanos a hacer de nuestra vida una respuesta de amor fiel a Dios.

 

SEGUNDA LECTURA. Efesios, 5, 21-32.

Dios nos ama en Jesucristo.

El Padre entrega a su Hijo por amor. Cristo obedece al Padre hasta la muerte por amor. Cristo nos ama hasta el extremo para que la Iglesia sea santa e inmaculada, para que los redimidos participemos de la vida divina como hijos adoptivos de Dios.
 

El amor cristiano.

Nos tenemos que amar unos a otros con respeto cristiano como Cristo nos amó y se entregó por nosotros.

El matrimonio cristiano contiene y refleja el amor de Cristo. La mujer ha de amar y venerar al marido como a Cristo. El marido ha de amar a su mujer como Cristo ama a la Iglesia y se entrega por ella.

Todos hemos de amarnos y respetarnos como Cristo nos amó y murió por nosotros. Necesitamos una fuerte conversión al amor.
 

Invocación mariana.

Santa María, portadora de la entrega de Cristo al Padre y a nosotros por obra del Espíritu Santo. Enséñanos a ser portadores del amor de Dios que nos ha sido dado en Jesucristo y a amar a nuestros hermanos con el amor de Cristo.

 

TERCERA LECTURA. San Juan 6, 61-70.

El lenguaje del amor.

El lenguaje de Jesucristo es eminentemente el lenguaje del amor que no se puede entender sino es con la luz del Espíritu Santo.

Los discípulos no entienden y critican el discurso eucarístico que Jesús acababa de pronunciar: ¿Esto os hace vacilar? ¿y si viérais al Hijo del Hombre subir adonde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada...

¿Cómo se puede entender que Jesús nos ofrezca su cuerpo y su sangre como alimento y bebida? No se puede entender con razonamientos humanos. Necesitamos la luz del Espíritu Santo para acoger este misterio, locura del amor que Cristo nos tiene.
 


 

La vida del Espíritu.

Necesitamos abrirnos al Espíritu Santo, acoger la vida sobrenatural de la gracia, recibir el don de la fe, para apoyarnos sólo en la palabra de Jesús.

Por eso, decimos con Simón Pedro: Señor ¿a quién vamos a acudir? Tú tiene palabras de vida eterna; nosotros creemos. Y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.

Creemos que el proyecto del Padre sobre nosotros es proyecto de amor. Que el Hijo realiza el proyecto de amor muriendo por nosotros y ofreciendo su Cuerpo y Sangre como alimento y bebida en la Eucaristía. Que el Espíritu Santo impulsa el proyecto de amor y su realización.
 

Invocación mariana.

Santa María, hija del amor del Padre, Madre del amor del Hijo y Esposa del amor del Espíritu Santo. Enséñanos a vivir como hijos del amor del Padre, en comunión con el amor de Jesucristo, fieles al amor del Espíritu Santo.


 



 

 
 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.