Domingo 18º del Tiempo Ordinario

- CICLO C -

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 

     MEDITACIONES PARA EL AÑO LITÚRGICO

Guía didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.
 



 

DÉCIMO OCTAVO DOMINGO – CICLO C
                 
 

Meditando los misterios del Rosario con la Virgen María, fijamos nuestra mirada en el Cielo. Estamos de paso. Somos peregrinos hacia la eternidad. La vida de Cristo nos marca el camino para alcanzar la salvación.

 

PRIMERA LECTURA. Eclesiastés (Qohelet) 1,2; 2,21-23.

Los bienes de este mundo.

Estamos de paso. La vida es breve: Todo es vaciedad. ¿Qué sentido tiene el trabajo, el acumular bienes en este mundo? Los bienes de este mundo tienen un valor relativo y terminan con la muerte.
 

Los bienes futuros.

Por lo tanto, hemos de trabajar y usar de los bienes de este mundo mirando a la eternidad. Esto es, subordinando el uso de los bienes materiales a nuestra salvación eterna, usando de dichos bienes en tanto cuanto son instrumentos de salvación.
 

Invocación mariana.

Santa María: Tú elegiste el camino de la pobreza como camino de libertad para cumplir los designios de Dios sobre tu vida. Enséñanos a ser pobres, libres de la esclavitud de los bienes de este mundo, para caminar ágilmente hacia nuestra salvación.

 

SEGUNDA LECTURA. Colosenses 3,1-5. 9,11.

Cristo es la verdadera riqueza.

Nuestra verdadera riqueza es poseer la vida de Cristo: buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirar a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Busquemos participar de la vida de Cristo. Ésta es la verdadera riqueza.

Estamos llamados a participar de la resurrección de Cristo por el Bautismo. Cristo muerto y resucitado está en nosotros, y nosotros estamos en Cristo. Cristo vive en nosotros, y nosotros en Él.
 

Por lo tanto.

Por lo tanto, si queremos vivir en Cristo, perseveremos en la gracia santificante recibida en el Bautismo.

Dejemos toda situación de pecado: Dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría

Para ello, nos acercamos con frecuencia al sacramento de la Reconciliación que perdona los pecados personales, a la Eucaristía que alimenta y fortalece la vida sobrenatural, a la oración que alcanza las gracias que necesitamos…
 

Invocación mariana.

Santa María: Tú eres la mujer pobre en bienes materiales y rica con la riqueza de la plenitud de gracia. Cristo es tu única riqueza. Enséñanos a perseverar en la vida de la gracia para que Cristo sea nuestra verdadera y única riqueza.

 

TERCERA LECTURA. San Lucas 12, 13-21.

Dios llama en cualquier momento.

Dios nos llamará en cualquier momento. La muerte no avisa. Los bienes de este mundo quedarán aquí. La única riqueza que contará, será la vida de Cristo en nosotros por el don de la gracia santificante.
 


 

No hagamos mal uso de los bienes materiales.

No hagamos mal uso de los bienes materiales como si no fuéramos a morir nunca.

Cristo ilustra esta verdad con la parábola del hombre que tiene una gran cosecha, que construye graneros nuevos para almacenar el trigo, que se dedica a la buena vida porque piensa que lo tiene todo asegurado. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado ¿de quién será? Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.
 

Seamos ricos ante Dios.

Procuremos ser ricos ante Dios, acumulando la riqueza de la vida sobrenatural, creciendo en la vida de la gracia que es crecer en Cristo.
 

Invocación mariana.

Santa María de la Asunción: Tú eres excepcionalmente rica con la riqueza de Cristo porque has sido privilegiadamente redimida. Por eso, Tú Hijo te llevo al Cielo en cuerpo y alma. Enséñanos a crecer en Cristo para alcanzar la salvación en el Cielo.

 




 
 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.