Domingo 17º del Tiempo Ordinario

- CICLO C -

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 

     MEDITACIONES PARA EL AÑO LITÚRGICO

Guía didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.

 



 

DÉCIMO SÉPTIMO DOMINGO – CICLO C        

        

Con María, meditamos la vida de Cristo en el Rosario. Cristo es el camino del amor y la misericordia de Dios que se compadece de nosotros, que nos ofrece el Sacramento del Bautismo que perdona el pecado y nos hace hijos adoptivos de Dios, que nos enseña a insistir en la oración para alcanzar la gracia que necesitamos.

 

PRIMERA LECTURA. Génesis 18, 20-32.

La intercesión de Abrahán.

Sodoma y Gomorra son des grandes ciudades que se han apartado de Dios y se han sumergido en la idolatría y el paganismo. Dios tiene decidido permitir su destrucción por la gravedad de su pecado.

Pero Abrahán, el amigo fiel de Dios, intercede ante su Amigo por la salvación del pueblo.
 

El mérito de los justos.

Abrahán ora al Señor diciendo: ¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes, ¿destruirás al pueblo o lo perdonará? El Señor contestó: Perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos.

Abrahán sigue insistiendo: ¿y si son cuarenta y cinco, o cuarenta, o veinte, o diez? Y Dios va repitiendo: Perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos… no la destruiré.
 

El anuncio de Jesucristo.

La intercesión de Abrahán y el mérito de los justos es figura de Jesucristo que será al gran intercesor –el Mediador- ante el Padre por la salvación de la humanidad, y sus méritos infinitos alcanzarán el perdón para todos los pueblos.
 

Invocación mariana.

Santa María: Tú intercedes ante tu Hijo por nosotros porque eres nuestra Madre, Tú unes los méritos de tus sufrimientos a los de Cristo porque eres Corredentora. Enséñanos a ser del número de los inocentes, fieles a tu Hijos en la Iglesia.

 

SEGUNDA LECTURA. Colosenses 2, 12-14.

Jesucristo es el Mediador.

Jesucristo es nuestro Mediador ante Dios porque es Dios que se ha hecho hombre. Intercede por nosotros ante el Padre, puede reparar la dimensión infinita del pecado, nos perdona y causa en nosotros la vida sobrenatural que nos introduce en la comunión trinitaria y nos hace hijos adoptivos de Dios.



 

El Sacramento del Bautismo.

Jesucristo causa en nosotros el perdón y la gracia por medio del Sacramento del Bautismo que nos aplica los frutos de la Redención.

Estamos muertos por el pecado y resucitamos a la vida sobrenatural: Por el bautismo somos sepultados con Cristo y resucitamos con él. Esto es, por la fuerza de la muerte de Cristo en la Cruz, pasamos de la muerte a la vida: Dios nos ha dado la vida en Cristo y, en Él nos ha perdonado todos los pecados.
 

Invocación mariana.

Santa María: gracias por tu sí generoso y valiente, gracias porque nos has dado a Cristo, porque nos has dado a Dios. Enséñanos a hacer de nuestra vida un sí valiente para Cristo viviendo las exigencias del don del Bautismo que hemos recibido.

 

TERCERA LECTURA. San Lucas 11, 1-13.

Necesitamos orar.

Necesitamos orar: pedirle a Dios los bienes que necesitamos para el alma y para el cuerpo. Por eso, decimos a Jesús con sus discípulos: Señor, enséñanos a orar. Y Jesús nos enseña a orar con la fórmula del Padre nuestro.

Somos hijos de Dios, por eso pedimos que su nombre sea santificado, conocido y amado. Que su Reino de gracia y amor triunfe en nosotros. Que hagamos su voluntad cumpliendo sus Mandamientos. Que no nos falte el pan de la Eucaristía, de su Palabra, del ejemplo de los santos y del sustento diario para nuestros cuerpos. Que nos perdone como nosotros perdonamos. Que nos libre de caer en la tentación y que nos libre de todo mal espiritual y físico.
 

Necesitamos orar confiadamente, con insistencia.

Necesitamos orar confiadamente, como hijos que saben que su padre siempre los escucha: Pedid…buscad… llamad… porque quien pide, recibe, quien busca, halla, y al que llama se le abre. Sí, nuestro Padre Dios siempre nos escucha y nos concede aquello que nos conviene para nuestra salvación.

Necesitamos orar con insistencia como el que acude a su amigo a medianoche para pedirle un pan. Éste la suplica que lo deje descansar, pero ante la insistencia, se levanta y da el pan al que se le pide.

Oremos con insistencia a nuestro Padre Dios y Él nos dará lo que nos conviene. Un Padre nunca dará a su hijo una piedra o una serpiente. Así nuestro Padre Dios nos dará el bien que necesitamos.



 

Invocación mariana.

Santa María: Maestra de oración en plena sintonía con la voluntad de Dios, enséñanos a dirigirnos a nuestro Padre del Cielo, confiada y perseverantemente, como hijos que viven abandonados en los brazos de su padre.



 



 
 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.