CORPUS CHRISTI
Ciclo C

Solemnidad
 

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.
 

 



MEDITACIONES
 

Solemnidad
del
Corpus Christi
 

CICLO C

 

         La Virgen María nos atrae hacia la Eucaristía. Celebramos el quinto misterio luminoso del Rosario. Damos gracias por el don que Cristo no ha hecho: la renovación incruenta del sacrificio de la cruz, su cuerpo y su sangre como alimento y bebida y la prolongación de su presencia en el tabernáculo. Hoy salimos a nuestras calles con el Santísimo, profesando públicamente nuestra fe en el Eucaristía.

 

PRIMERA LECTURA. Génesis 14, 18-20.

La ofrenda de Melquisedec.

         Melquisedec, rey de Salem (Jerusalén) y sacerdote del Dios Altísimo, sale al encuentro de Abrahán que regresa victorioso del campo de batalla, le ofrece pan y vino, y lo bendice de parte de Dios dando gracias por la victoria alcanzada.

         La ofrenda del pan y del vino es un sacrificio más espiritual que la sangre de los animales y nos orienta hacia la Eucaristía.
 

Figura de la Eucaristía.

         Melquisedec prefigura a Cristo, Sumo y eterno Sacerdote para siempre (Cf. Hebreos 7, 1-3; Salmo 110,4) que instituirá la Eucaristía, renovará la ofrenda de su cuerpo y de su sangre al Padre y nos lo ofrecerá como alimento bajo las especies de pan y de vino.
 


 

Invocación mariana.

         Santa María de la Eucaristía: Tú eres portadora de la Eucaristía porque en tu seno se formó el cuerpo y la sangre de Cristo por obra del Espíritu Santo. Oriéntanos hacia la Eucaristía, prepara nuestras almas para participar dignamente del Sacrificio eucarístico.

 

SEGUNDA LECTURA.  Primera Corintios 11, 23-26.

Institución de la Eucaristía.

         San Pablo transmite lo que ha recibido de los apóstoles, testigos oculares en el Cenáculo: la institución de la Eucaristía. Jesús tomó pan en sus santas manos, pronunció la  Acción de Gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía. Igualmente, tomó el cáliz y dijo: Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que bebáis en memoria mía. Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis de la copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
 

El día del Corpus.

         En la solemnidad del Corpus Christi, damos públicamente gracias a Dios por el don de la Eucaristía. Damos gracias por el milagro de la Transustanciación: el pan deja de ser pan y el vino deja de ser vino para convertirse en el cuerpo, sangre, alma y divinidad de Cristo. Damos gracias porque la Eucaristía renueva incruentamente el mismo sacrificio del Calvario. Damos gracias porque comemos el cuerpo de Cristo y bebemos su sangre como alimento y bebida. Damos gracias porque Cristo permanece realmente presente en el Tabernáculo.
 


 

Invocación mariana.

         María, mujer eucarística por excelencia: atráenos a la Eucaristía: que sea el centro de nuestra vida, el alimento del camino, el lugar de los encuentros íntimos con tu Hijo, el vigor para la voluntad, fuente de santidad,  causa de nuestra salvación…

 

TERCERA LECTURA. San Lucas, 9, 11b-17.

Multiplicación de los panes.

         Jesucristo realiza la multiplicación de cinco panes y dos peces, dando de comer  a unos cinco mil hombres sin contar mujeres y niños. Era gente sencilla que escuchaban las enseñanzas de Jesús, que estaban cansados del camino y que no tenían qué comer. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.
 

Imagen de la Eucaristía.

        La multiplicación de los panes es imagen del banquete eucarístico. Somos hambrientos y sedientos del camino y Cristo nos ofrece su cuerpo y su sangre como alimento y bebida. La Eucaristía sacia el hambre y la sed que tenemos de Cristo.

        La Eucaristía es banquete abierto a todos los bautizados que han de presentarse debidamente ataviados, esto es, con el traje de la gracia santificante.

        La Eucaristía es alimento sagrado porque nos ofrece al mismo Cristo y  nos une en comunión: Él en nosotros y nosotros en Él (Cf. Jo. 6, 56). No puede haber mayor amistad e intimidad.

        La comunión con Cristo impulsa a la comunión de bienes con los pobre. Por eso celebramos hoy el Día de la Caridad.
 

Invocación mariana.

         María, Madre de la Eucaristía porque eres la Madre de Cristo. Tú nos ofreces a Cristo. Tú nos ofreces la Eucaristía. Enséñanos cómo prepararnos para participar lo más dignamente posible en la Eucaristía Sacrificio, Comunión y Tabernáculo. Con María, salgamos por nuestras calles proclamando nuestra fe en la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento del Altar.

 


 


 

 
 


             Autor: Fr. Carlos Lledó López, O.P.