EL ADVIENTO CON MARÍA
2º Domingo de Adviento

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 



MEDITACIONES

 

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

CICLO A

  

         Perseverando en oración con María, y en cuanto es posible, como María, nos disponemos a guardar en el corazón la Palabra de Dios que nos anuncia la venida de Cristo, que nos invita a la conversión y a dar testimonio de nuestra fe.

 

PRIMERA LECTURA Is.11, 1-10

          El profeta Isaías anuncia la venida del  Mesías y del nuevo reino que va a establecer, de sus cualidades y efectos.

          El Mesías brotará como un renuevo del tronco familiar de David, como un vástago floreciente porque Dios lo hará portador de una vida nueva, la vida del Espíritu. Todo será nuevo. Pasará lo viejo, lo antiguo... Nuestra primera disposición: ¿qué hacer para abrir nuestro  corazón a la nueva vida del Espíritu que Cristo nos trae?

         El Mesías establecerá un nuevo reino. No será un reino humano. Será el reino del Espíritu. El “espíritu del Señor” es la fuerza divina que se posará en plenitud sobre el Mesías y que gobernará sus acciones superando la inteligencia y sabiduría de Salomón, la fuerza de David y el temor de los Patriarcas. Es la vida y la acción del Espíritu Santo, del Amor, que será derramado en nuestros corazones como don, si recibimos a Cristo y nos unimos a Él. ¿Cómo acoger a Cristo para recibir el don del Espíritu, clave de una vida renovada?

         Será un reino de justicia y fidelidad. La justicia que buscará la salvación condenando toda forma injusticia o de pecado contra los desamparados,  los pobres, los amenazados... Será un reino de paz, de perdón, de reconciliación entre los  elementos de la naturaleza y los hombres. Será un reino de fidelidad al plan de Dios.

         Nos preparamos para acoger a Cristo por la gracia, para que sea Navidad en  nuestros corazones. Si lo hacemos, seremos portadores de amor, de justicia, de paz, de fidelidad...
 

SEGUNDA LECTURA. Rom. 15, 4-9

         El Adviento es una llamada a fijar nuestra mirada en Cristo, a tratar de imitarlo, a identificarnos con sus sentimientos. Es la invitación que San Pablo nos hace. Es lo que aprendemos  a la luz de las Sagradas Escrituras. Es lo que María nos enseña con su unión excepcional y privilegiada con el Hijo. El Adviento es tiempo propicio para dejar que Cristo penetre nuestra vida con su gracia.

         Acoger los sentimientos de Cristo es cuidar nuestra relaciones con Dios perseverando unánimes en la oración alabando “al Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo” Oración de alabanza que he tener su centro en la Eucaristía: en la Santa Misa, en la Comunión y ante el Sagrario.

         Acoger los sentimiento de Cristo que es acogernos mutuamente como Él nos acogió. Es la caridad universal, el perdón, el servicio... que hará que nuestra vida en medio del mundo también sea alabanza del nombre de Dios.

 

TERCERA LECTURA. Mt. 3,1-12

         Juan el Bautista nos apremia a la conversión. Es la primera llamada del Adviento. Vivamos las exigencias de nuestra fe para que el testimonio de nuestra vida sea sincero y consecuente. Hemos de empeñarnos es ser cristianos de verdad.

         Juan predica: “convertíos porque está cerca el Reino de los cielos” Preparemos los caminos del Señor, allanando sus senderos.
 


 

          Juan predica lo que vive y vive lo que predica. Se presenta en oración, penitencia, pobreza... y la gente lo busca. Es la fuerza atractiva del testimonio. “Hoy necesitamos más de testigos que de maestros”

         Preparar los caminos del Señor es dejar la mentira, la hipocresía de los fariseos, el engaño...  es confesar los pecados, pedir perdón y dar frutos de buenas obras. Esta es la predicación valiente de Juan y su eco resuena en nuestras almas.

         Los oyentes de Juan se sometían a un rito penitencial en actitud de conversión para recibir al Mesías. Y Cristo, ha venido y nos ofrece el sacramento del Bautismo “con Espíritu Santo y fuego” que perdona el pecado original. Y Cristo nos sigue ofreciendo el Sacramento de la Reconciliación que nos perdona los pecados personales.

         ¡Adviento! Preparemos la venida renovada de Cristo a nuestra almas acudiendo al Sacramento de la Penitencia y acogiendo a Cristo acudiendo a la Mesa del Banquete eucarístico.

 

CON MARÍA.

       ¡Santa María del Adviento, Madre de la esperanza, Virgen del Rosario!

       Enséñanos a dar entrada en nuestros corazones y en nuestra sociedad al reinado de Cristo. 

       Enséñanos a tener la mirada fija en Cristo, a conocerlo, amarlo e imitarlos, a dar testimonio valiente de nuestra fe.

       Enséñanos a vivir en actitud de conversión pidiendo perdón en el Sacramento de la Penitencia y alimentados con el cuerpo y la sangre de tu Hijo en la Eucaristía

       Enséñanos a mirar a Cristo con tu mirada en el rezo del Santo Rosario.


 


 

     
 




 

 
 


             Autor: Fr. Carlos Lledó López, O.P.